Un recinto donde la participación es el principal componente de la democracia periodística...

Cátedra kapuscinski

Por:
Carolina Guarnizo

Al hablarse de periodismo en Colombia, en principio nos remontamos a aquel oficio que se compone de esa información, la cual trae un elaboración y estructura de géneros periodísticos donde la historia y los acontecimientos diarios son los protagonistas del día a día; aún no sólo de estas características se compone esa estructura periodística, el periodismo en Colombia según los grandes analíticos historiadores, se ha visto atropellado y mezclado como un acto banal, donde el periodista o el medio para quien trabaja este, por el afán de informar, de dar la chiva, caen en l amarillismo, y el único éxito que obtienen es la confusión en las masas y resentimiento entre un pueblo que poco a poco se ha intentado levantar de los golpes que ha generado las elites o los Gobiernos con una ideología egoísta y corrupta.

Ante esta situación por la que pasa el periodismo o por la que siempre ha pasado, en un acto donde los intereses están de por medio, donde la objetividad de la información es el éxito de conservación de un puesto de aquellos periodistas que no se atreven a ser subjetivos, porque según ellos no quieren ir en contra del medio que los contrató y mucho menos sublevar las órdenes dadas por sus superiores. Centrándonos en esa problemática en la que se ha convertido hacer periodismo, surgen las dudas sobre qué es mejor ¿Trabajar para un medio donde la información se muestre según los intereses del canal? O ¿Ejercer el periodismo de modo independiente con una mirada crítica y enfatizada sobre las corrupciones que aquejan al país, mostrando los actos positivos y negativos de este? Como lo afirmó Héctor Fabio Cardona, Subdirector del Canal Internacional de Noticias (NTN Tele 24 horas) en la conferencia de la Cátedra Kapuscinski organizada por la universidad Central, el 13 de Agosto.

En el evento, se enfatizó el problema de la hipótesis de la situación de América Latina, el subdesarrollo de la información periodística, en la que el monopolio de esa información está en manos de unos pocos, dándose un interés político entre Medios y Gobierno, de esta surge un control, y como producto de éste hay una censura, pero no la de los años setenta -la cual consistía en una cantidad de normas legales para defender a los periodistas y a los medios-, pero en pleno siglo XXI se habla de una autocensura consciente, absoluta, ligada a un mercado del discurso político, en donde existe un objetivo enfocado a un interés propio, caracterizado por una información propagandística, donde el que muere es el periodismo.

El país con el mandato del actual Presidente Álvaro Uribe, está viviendo un “discurso del odio” como lo calificó el señor Fabio López Roche -investigador del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales-, quien con sus investigaciones y análisis sobre el conflicto colombiano a nivel de medios y política, se centra en la sanación que Colombia necesita, para poder emerger entre las injusticias y mentiras. Una cortina de humo que le hace creer al Estado que todo está bien, que problemas como el desplazamiento armado, el despojo de las tierras; las minas quiebra patas, la para- política, el secuestro y los supuestos falsos positivos ya son temas superados.

Pero, qué hay detrás de todo este montón de “engaños”, pues bien una manipulación propagandística donde el discurso presidencial se apotra en la base de los medios, originando así una imposibilidad de la cultura de una nueva política social donde la democracia no consista solamente en la ejercicio del voto, sino trascienda fronteras hacia un mejor mañana, donde la información se muestre desde el análisis y no desde lo comercial, que lo único que deja es una generación de sentimientos en los receptores, que hacen parte de un país que dice llamarse demócrata social de derecho.

En la actualidad de ese país demócrata social sólo se obtiene un empobrecimiento de la opinión pública, y el opacamiento de las ideas que surgen de una generación joven, con ganas de cambiar la historia de una manera limpia, basada en la no corrupción, no violencia, más participación; es aquí donde el futuro del periodista juega el gran papel de contar historias, generar controversia y decir sí a la Libertad de prensa a través de argumentos positivos que fortalezcan el país.


En la segunda versión de la Cátedra Kapuscinski realizada por la Universidad Central, se pudo apreciar el deseo y la participación por generar un espacio para la posibilidad de un nuevo periodismo, enfocado a la innovación de ese nuevo periodista, cada vez más participativo, encaminado al conocimiento de lo que es el periodismo político, o el independiente. No sólo las crónicas, los reportajes y los productos audiovisuales de los estudiantes pueden llegar a ganar el premio Re- escribiendo el periodismo; queda claro también que la academia está organizando estos sitios de encuentro, para que la voz de los periodistas de la vieja guardia den a conocer sus anécdotas sobre lo que fue y es en la actualidad el periodismo práctico. Todo con el único fin de que el periodista sea el intérprete y responsable de lo dicho “Porque el conocimiento es la mejor medicina de la inteligencia”.

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